Hoy es 11 de febrero, Día
Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia pero… ¿acaso guardan relación
estos términos? ¿Son las mujeres científicas? ¿Hubo alguna mujer científica a
lo largo de la historia?
Durante muchos años las mujeres
hemos estado silenciadas, ninguneadas por una sociedad que circundaba alrededor
de los hombres. Tanto es así que las mujeres apenas somos referentes en la
historia, independientemente de la disciplina a la que nos queramos referir.
Muchas veces incluso se nos relaciona con libros e investigaciones anónimas.
¡Anónimas!
Pasé parte de mi infancia
creyendo que las mujeres no habíamos hecho nada relevante, salvo claro,
complicarles la historia a aquellos que parecían estar de nuestro lado. Mitos
crueles donde aparece manchado nuestro nombre pese a que se nos reconoce como
víctimas de acoso, abuso y agresión. Páginas manchadas con falacias sobre
Medusa, sobre Cleopatra…
Luego me di cuenta de que no era
así, aunque había que leer algo más que los libros de texto del
colegio/instituto, más incluso que las novelas que habían sido idealizadas
durante cientos de años.
Descubrí entonces a mujeres
increíbles como Marie Curie, que fue la primera en ganar un premio nobel, ¿y
cómo no va a ser importante esto si tan solo ha habido 51 en total y 17 en el
ámbito científico? Aunque más importante es el hecho de que no se conformó con
que en su país de origen (Polonia) no la dejasen acceder a estudios superiores
y por ello se trasladó a donde sí pudiera cumplir su sueño y ser científica.
Me imaginé a Ada Lovelace soñando
desde su cama con cientos de pájaros e ilusionada con su propia idea de volar.
La imaginé programando una calculadora gigante, el primer ordenador de la
historia. Y sonreí.
Mi pasión por series de
televisión del estilo de CSI me hizo indagar más sobre el ADN hasta descubrir
que quien lo sintetizó fue otra mujer, Rosalind Franklin. ¿Y Nettie Stevens?
¿La recordáis? Nadie recuerda su investigación para discernir los cromosomas X
e Y porque otro entregó su trabajo por ella y se llevó un premio Nobel por él.
Por eso es de vital importancia que la recordemos cada vez que hablamos de
ello, ya sufrió bastante por la falta de reconocimiento cuando aún estaba viva.
Descubrí que siempre nos habían
hablado del Apolo 11 y del gran hombre que puso un pie en la luna, pero que
nadie se paró a explicarnos que fue Margaret Heafield quién hizo que la nave
funcionase.
Cuando conocí algunas de estas
mujeres empecé a preguntarme si no habría también mujeres que se dedicasen a la
ciencia aquí, en Asturias. ¿Y sabéis algo? Me di cuenta que para hacer grandes
cosas no teníamos porqué irnos de casa. Dentro de las fronteras de nuestra
región tenemos ¡Aún tenemos! a mujeres maravillosas como Margarita Salas, una
brillante bioquímica impulsora de la biología molecular, o Rosa Menéndez, licenciada en química
orgánica, es la primera mujer presidiendo el Consejo Superior de Científicas/os
de España, es decir, es la persona de la que dependen todas/os las/os
científicas/os de nuestro país.
Hablamos hoy de mujeres en la
ciencia, pero no debemos olvidar la relevancia que otras han tenido para que
hoy podamos hacer nuestra vida tal y como la estamos haciendo.
Aunque no lo parezca, esto guarda
mucha relación con la división sexual del trabajo y el hecho de que las mujeres
sigamos prefiriendo estudiar disciplinas que se alejan del ámbito científico.
¿Os habéis fijado como desciende el número de mujeres en los bachilleres
científicos? ¿Y en carreras como Ingeniería o Matemáticas? Esto se debe, entre
otras cosas, a esa falta de referentes femeninos. ¿Cómo imaginarnos en un
puesto de ingeniería si no conocemos mujeres que se dediquen a ello?
Esto ocurre con otros sectores
donde además de la falta de referentes existió hasta hace muy poco una
legislación que prohibía el acceso de las mujeres. Como por ejemplo el caso de
la mina que no solo estaba prohibida por ley sino que además generó todo un
mito a su alrededor basado en la cosificación de la propia mujer, pues se creía
que daba mala suerte que entrásemos en la mina ya que los mineros podrían
enamorarse y distraerse de sus labores. Una vez más se presenta a la mujer como
un ser malvado que engatusa al hombre con sus encantos distrayéndole de sus
quehaceres rutinarios.
En cambio, es significativo
señalar además que existen ciertas ramas en las disciplinas científicas como
son la biología o la medicina donde prima la matriculación de alumnado
femenino. Sin embargo, y debido a las imposiciones sociales de las mujeres,
pese a finalizar con mejores expedientes académicos, somos nosotras quienes no
alcanzamos a doctorar o a presentar trabajos y proyectos con la misma
consideración con la que lo hacen los hombres.
Al final las encontré, encontré mujeres que me demostraron que mucho más allá de quien las silenciaba estaba su voz. El eco fuerte de sus gritos aún suena en mi cabeza cuando creo que no podremos conseguir algo y recuerdo entonces que juntas/os podremos destruir los límites de la realidad y construir un futuro mejor.
Como colofón a este texto de opinión dejamos un enlace a una web donde podréis ver un documental sobre Científicas y Tecnólogas, dos disciplinas donde la brecha de género sigue siendo real y donde aún existen obstáculos que frenan la presencia de las mujeres en la disciplina en sí.
http://www.rtve.es/m/alacarta/videos/lab24/lab24-cientificas-tecnologas-mas-visibles-05-02-19/4969980/?media=tve
Aridane Cuevas