La crisis de los cuidados

La crisis de los cuidados

La crisis de los cuidadosEs un hecho constatable que durante los últimos cien años han sido las mujeres quienes más perjudicadas se han visto ante las diferentes crisis económicas. Elson (2010) señalaba “todo análisis sobre una crisis económica debe examinar los impactos de la pérdida del empleo y otros impactos provocados por las crisis en la economía del cuidado, y cuestionar si las respuestas a las crisis abordan las desigualdades sistémicas de género”.

Nuestro país atraviesa un momento de incertidumbre.

Nos encontramos ante una crisis sanitaria que está viendo mermada nuestra población y que mantiene a quien no padece la enfermedad en una situación de inestabilidad psicológica, pero, sobre todo, de inestabilidad económica. Miles de personas han perdido su empleo, otras esperan poder acogerse a las medidas tomadas por el gobierno y visualizan cada intervención del Presidente en busca de una respuesta alentadora. En muchos casos, ni siquiera los ERTE han conseguido apaciguar la inseguridad de la población.

Nuestra Reportera Violeta se ha puesto en contacto con E. una joven asturiana de 25 años que prefiere permanecer en el anonimato.

Ella estudió Lenguas Modernas y sus Literaturas, graduándose por la Universidad de Oviedo en el año 2019, aun así, lleva ya cuatro años trabajando en un sector fuertemente invisibilizado: el de los cuidados.

E. nos cuenta que empezó haciendo el turno de noche en una casa donde residían tres ancianas con severos problemas físicos y psíquicos para poder financiar sus estudios. En ningún momento formalizó un contrato laboral por lo que carecía de derechos ante diversas situaciones.

La casa no tenía condiciones salubres, estando allí cogí una Neumonía y no pude dejar de trabajar, ya que, si no iba, no cobraba”.

Esto es algo que le sigue pasando, en la actualidad cuida de una señora mayor varios días a la semana, aunque las condiciones son prácticamente las mismas porque sigue sin tener un contrato laboral.

“Es algo mejor, allí pasaba la noche en vela cuidando de ellas y al amanecer debía ir a la universidad, era muy duro compaginar todo esto con mis estudios y mi vida social”.

Algo a lo que tampoco le damos la importancia que se merece es a nuestra salud mental, el tener una higiene del sueño adecuada y relaciones sociales contribuyen a nuestro bienestar. El turno de noche, a largo plazo, genera ansiedad y una desconexión de nuestra realidad que afecta, entre otras cosas, a nuestra forma de afrontar el día a día. Esa misma ansiedad aún la persigue ya que tiene un horario establecido pero puede recibir llamadas de última hora alterando el horario semanal pactado.

Pese a haber mejorado sus condiciones en el trabajo, E. debe compaginar el cuidado de una persona dependiente con las clases particulares que imparte, ahora telemáticamente, para seguir financiando sus estudios.

“No todo es negativo, gracias a mi trabajo cuidando personas de la 3ª edad he descubierto que me quiero dedicar profesionalmente a ello, así que estoy haciendo Trabajo Social en la UNED”.

Una joven polifacética que tiene muchas esperanzas en el futuro pero que se ve agobiada por la situación laboral actual:

“Continúo impartiendo algunas clases vía Skype, el problema es el cuidado de la señora, si no voy, no cobro y decidí no ir en cuanto saltó el estado de alarma debido a que convivo con dos personas del grupo de riesgo, pero también por ella ya que un contagio podría complicar su salud”.

E. es el reflejo de las medidas preventivas que ha decretado nuestro estado, aunque ello le supone dificultades económicas para afrontar esta situación.

En 2019, Laura Aragó, periodista de La Vanguardia nos explicaba en su artículo El contador: el tiempo que dedicarás hoy al trabajo invisible si eres hombre o mujer que, en base al desarrollo de las tareas que realizan unas y otros, las mujeres dedican un total de cuatro horas y veintitrés minutos mientras que los hombres tan solo emplean dos horas y seis minutos. Sobre esto, el FMI calcula que el Producto Interior Bruto global aumentaría en un 4% si el trabajo no remunerado estuviera mejor repartido.

La historia de E. es real y no es única, muchas mujeres dedican su vida a trabajar en nuestras casas, a cuidar de nuestras/os pequeñas/os, mayores y personas dependientes y rara vez lo pagamos como se merecen.

Mujer ejerciendo tareas de cuidados.

Sabemos que hoy, debido al estado de alarma ante el que se encuentra nuestro país, muchas de ellas han dejado de ir a trabajar ya que no tienen un contrato y, por tanto, no pueden avalar que su desplazamiento es laboral. Esto repercute directamente en la economía individual y familiar de muchas mujeres y nos gustaría que todas y todos nos parásemos a pensar en la importancia del trabajo de cuidados. No solo por el mantenimiento de la limpieza del hogar, actividad que seguro muchas/os lleváis al día desde el inicio del confinamiento, sino también por el tiempo que empleamos en el cuidado de otras personas en pro de su bienestar físico y mental independientemente de lo que eso signifique a nivel individual.

Aridane Cuevas


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